Otros tiempos

sábado, 10 de octubre de 2020
UNA CRUZ EN MEDIO DE UNA PLAZA
Para la gran mayoría de las nuevas generaciones sampuesanas y sabaneras; esos jóvenes nacidos en los ochentas y noventas, la historia de una legendaria cruz sobre un pedestal en medio de una polvorienta plaza de toros, levantada artesanalmente al costado de una iglesia, podría resultar fácilmente extraída de las páginas del libro insigne de nuestro Nóbel -una mágica fantasía del centenario Macondo.
Sin embargo, al viajar en el tiempo y llegar retrospectivamente al año 1981 y de allí hacia atrás muchos años más, no resultaría extraño que esa particular cruz tuviera un protagonismo principal en la historia de Sampués y sus antiguas corralejas “urbanas”. Cuando los ricos ganaderos regalaban las tardes de toros, cuando los machos cebú recorrían las calles sampuesanas, cuando las fiestas en corralejas no eran el mercantilista negocio de hoy, sino, que verdaderamente se hacían en honor al patrono del pueblo por la devoción de sus creyentes... en un pueblo de las antiguas Sabanas de Bolívar y más tarde de Sucre, esa inmóvil y casi eterna cruz, salvaba vidas, vigilaba; y era literalmente el “centro” de la fiesta de toros de Sampués. Durante largos años, esta monumento a la cruz le daba un sello de originalidad a las corralejas sampuesanas, era la insignia de la plaza, una plaza como pocas, construida en el centro del pueblo, en la plaza principal, es decir, una plaza dentro de otra, y en el centro de todo, una cruz que bendecía las festividades de San Agatón.
Actualmente, el monumento a la cruz no existe, fue demolido, removido y desaparecido al momento de iniciar las labores de construcción del parque San Agatón sin tener en cuenta la larga tradición y representatividad que tuvo durante tanto tiempo. Tal vez las autoridades de entonces y la misma comunidad no entendieron la majestuosidad y poder histórico de este particular monumento, que debió haber permanecido hasta estos días, pasando a ser un gran atractivo turístico con mucha historia en Sampués.
Este tipo de situaciones generan un impacto negativo en la memoria histórica de los pueblos, y a largo plazo provocan la pérdida total de la conciencia ciudadana y el sentido de pertenencia, porque aquellas historias que contaban los abuelos, bien podrían ahora ser recreadas por las nuevas generaciones, si existieran las evidencias físicas que las respaldaran, y de este modo el imaginario colectivo podría ser soportado por su propia historia, convirtiéndose en un eficaz aliado en el presente para la construcción de un mejor futuro. Al comparar los pueblos del interior del país con los de la Costa Caribe; se evidencian grandes diferencias; principalmente, en el sentido de pertenencia y la conciencia ciudadana de sus habitantes, pues estos pueblos conservan su historia; la conocen, la valoran, la escriben y la recuerdan; y este hecho en particular genera inercialmente en cada nueva generación un compromiso histórico con su entorno, para mejorarlo y embellecerlo, y de manera ecléctica hacer de él un mejor sitio para vivir.
Se debe recuperar cuanto antes la memoria histórica de los pueblos, valorando el pasado, conociendo las raíces, y estimulando a las nuevas generaciones a comprometerse en ser autores de su propio destino para que por si mismos se ganen el satisfactorio rótulo de: “forjadores del mundo contemporáneo”; y de este modo se pase de tener una macondiana historia condenada a desaparecer, y se pueda tener una segunda oportunidad sobre la tierra.
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