Otros tiempos

Otros tiempos

sábado, 10 de octubre de 2020

UNA CRUZ EN MEDIO DE UNA PLAZA

Para la gran mayoría de las nuevas generaciones sampuesanas y sabaneras; esos jóvenes nacidos en los ochentas y noventas, la historia de una legendaria cruz sobre un pedestal en medio de una polvorienta plaza de toros, levantada artesanalmente al costado de una iglesia, podría resultar fácilmente extraída de las páginas del libro insigne de nuestro Nóbel -una mágica fantasía del centenario Macondo. Sin embargo, al viajar en el tiempo y llegar retrospectivamente al año 1981 y de allí hacia atrás muchos años más, no resultaría extraño que esa particular cruz tuviera un protagonismo principal en la historia de Sampués y sus antiguas corralejas “urbanas”. Cuando los ricos ganaderos regalaban las tardes de toros, cuando los machos cebú recorrían las calles sampuesanas, cuando las fiestas en corralejas no eran el mercantilista negocio de hoy, sino, que verdaderamente se hacían en honor al patrono del pueblo por la devoción de sus creyentes... en un pueblo de las antiguas Sabanas de Bolívar y más tarde de Sucre, esa inmóvil y casi eterna cruz, salvaba vidas, vigilaba; y era literalmente el “centro” de la fiesta de toros de Sampués. Durante largos años, esta monumento a la cruz le daba un sello de originalidad a las corralejas sampuesanas, era la insignia de la plaza, una plaza como pocas, construida en el centro del pueblo, en la plaza principal, es decir, una plaza dentro de otra, y en el centro de todo, una cruz que bendecía las festividades de San Agatón. Actualmente, el monumento a la cruz no existe, fue demolido, removido y desaparecido al momento de iniciar las labores de construcción del parque San Agatón sin tener en cuenta la larga tradición y representatividad que tuvo durante tanto tiempo. Tal vez las autoridades de entonces y la misma comunidad no entendieron la majestuosidad y poder histórico de este particular monumento, que debió haber permanecido hasta estos días, pasando a ser un gran atractivo turístico con mucha historia en Sampués. Este tipo de situaciones generan un impacto negativo en la memoria histórica de los pueblos, y a largo plazo provocan la pérdida total de la conciencia ciudadana y el sentido de pertenencia, porque aquellas historias que contaban los abuelos, bien podrían ahora ser recreadas por las nuevas generaciones, si existieran las evidencias físicas que las respaldaran, y de este modo el imaginario colectivo podría ser soportado por su propia historia, convirtiéndose en un eficaz aliado en el presente para la construcción de un mejor futuro. Al comparar los pueblos del interior del país con los de la Costa Caribe; se evidencian grandes diferencias; principalmente, en el sentido de pertenencia y la conciencia ciudadana de sus habitantes, pues estos pueblos conservan su historia; la conocen, la valoran, la escriben y la recuerdan; y este hecho en particular genera inercialmente en cada nueva generación un compromiso histórico con su entorno, para mejorarlo y embellecerlo, y de manera ecléctica hacer de él un mejor sitio para vivir. Se debe recuperar cuanto antes la memoria histórica de los pueblos, valorando el pasado, conociendo las raíces, y estimulando a las nuevas generaciones a comprometerse en ser autores de su propio destino para que por si mismos se ganen el satisfactorio rótulo de: “forjadores del mundo contemporáneo”; y de este modo se pase de tener una macondiana historia condenada a desaparecer, y se pueda tener una segunda oportunidad sobre la tierra.

sábado, 30 de mayo de 2020

La idea de un Museo y Fototeca para Sampués surge de la imperiosa necesidad de disponer de un espacio cultural que muestre la identidad sampuesana a través de varios pabellones de acuerdo a los temas más relevantes de nuestra cultura e historia (Danza de los diablitos, Guerra los Mil Días, Cumbia Sampuesana, Calabacitos Alumbradores, etc), así como también una colección permanente con piezas de la cocina tradicional de otrora (pilones, metates, meneadores, piedras de amolar, molinillos, etc), y demás utensilios de uso doméstico (tinajas, linternas, taburetes, trancas, máquinas de coser, planchas de carbón, bateas, etc), así como también otro tipo de piezas que eran de uso frecuente como parte fundamental del modo de vida sampuesano (máquinas de escribir, teléfonos fijos, vasenillas, cajas registradoras, etc). Y en un lugar muy especial algunos objetos de notoria relevancia dentro del devenir histórico de Sampués (Hidrantes, una pieza de aluminio de las casas prefabricadas del Barrio Millán Vargas, celosías de las viejas casas del centro, etc).

Pero como paso inicial para este proyecto es una campaña de expectativa a través de una plataforma virtual... Y he aquí donde se fundamenta la existencia de este Blog, cuya dinámica interactiva y multimedia se convertiría en una movida estratégica y parte básica dentro de la infraestructura cultural del municipio como parte integral de la institucionalidad.

Otro paso importante en este propósito, ya desde la realidad, sería encontrar el espacio adecuado e ir reuniendo las primeras piezas a fin de revalorizar y vigorizar aquellos provincianismos que nos hacen todavía mantener la esencia de ser un pueblo con historia y una muy notable idiosincrasia.

Manifestaba la Alcaldesa Saira Vergara Pérez, que apoyará decididamente esta iniciativa, expresando también que es precisamente la existencia de un Museo de estas características un efectivo instrumento para proyectar a Sampués hacia una ciudad intermedia, que aproveche muchas de fortalezas identitarias y las convierta en oportunidades bajo un modelo de desarrollo que permita crear ventajas competitivas en Turismo Cultural, cuyo componente patrimonial determine en buena medida un derrotero para la construcción de ciudadanía y el fortalecimiento de sentido de pertenencia.

Se acordó con la Alcaldesa que un primer paso para la conformación del Museo se haría a partir de un recorrido por la zona rural de Sampués y algunos sectores del casco urbano, vinculando a la sociedad civil al proyecto como “Amigos del Museo” que en calidad de préstamo o donación cedieran algunas de estas piezas o utensilios para de este modo lograr la apropiación social del proyecto…
RASGOS LINEALES, HUMANOS Y MUSICALES DEL COMPAE MENEJO Y SUS CALABACITOS ALUMBRADORES
Por Frank Acuña Castellar


Pocas canciones y personajes de la cultura popular han logrado posicionarse a través del tiempo y se han convertido en mitos urbanos de impacto generacional, como "El Compae Menejo". Esta canción ha pasado ser, tal vez, la mejor carta de presentación para cualquier sampuesano que visite o habite otras latitudes del territorio nacional.


La inmejorable composición del célebre Calixto Ochoa se ha convertido en el cántico por excelencia que “identifica” a Sampués y a sus habitantes, comparable con canciones como “Se va el caimán”, “Fiesta en corraleja”, “¡Ay!... mi llanura”, “La Piragua”, entre otras. Temas que al ser escuchados, nos hacen visualizar de manera inmediata la idiosincrasia propia de un entorno y sus habitantes, haciéndonos pronunciar expresiones típicas relacionadas con la región en particular, y recordar a algún amigo o familiar oriundo de ese territorio.


El Compae Menejo es un personaje, aunque imaginario, muy real para todos los sampuesanos, y de un valor tan espléndido que podría decirse, sin sobrestimarle, que además de histórico y cultural posee un valor sentimental que provoca que cualquier sampuesano que al encontrarse lejos de su tierra la extrañe más al momento de escuchar la melodía; la quiera con más ímpetu y se sienta más sampuesano que nunca.


Aunque la canción lleva por título “El Compae Menejo”, se ha popularizado más con el título de “Los Calabacitos”, tal vez por lo sonoro y nativo del nombre, y por la forma como ha sido utilizada para “mamar gallo” y en cierta forma caricaturizar a los sampuesanos. No obstante, más que ridiculizarlos, la canción y el personaje le han dado y continúan dándole esplendor a Sampués y a los sampuesanos, al ser retratados como los habitantes de un próspero pueblo de la Sabana, pionero en el uso de la luz eléctrica.


Con todos estos antecedentes históricos y vivencias propias, decidí aventurarme y acercarme al Maestro Calixto Ochoa a través de un diálogo directo, para adentrarme un poco más en la génesis del Compae Menejo y los Calabacitos Alumbradores. Sin embargo, entrevistar a Calixto Ochoa, -un legendario juglar viviente de nuestros cantares y un personaje del folclor nacional-, representaba para mí un verdadero desafío. Era la primera entrevista que hacía en mi vida, pero la familiaridad y “bacanería” del Maestro fueron desbaratando cualquier temor o inseguridad que experimentaba al momento de enfrentarme a algo nuevo y de acercarme a la hora final de formularle la primera pregunta.

Pasadas las tres de la tarde, Carlos “El Mono” Palmett y yo fuimos invitados a pasar al acogedor kiosco donde el Maestro aún compone sus excelsas creaciones; recibidos con cerveza charlamos sobre generalidades y a carcajadas fuimos descubriendo quién era cada uno.

En el popular barrio “La Terraza” de Sincelejo nos sumergimos en una travesía por la historia del folclor, la música y la cultura sampuesana. De repente, ese temor se convertía en ansiosa camaradería; y poco a poco fuimos viajando al pasado, y en ese proceso de “retorno a la tierra” me topé con una historia más que fascinante, increíble para mi, al saber que de una u otra manera me encontraba ligado a un episodio clave para la historia y evolución cultural de Sampués.

Ni en mi más desaforado sueño de exageración imaginé que el Compae Menejo y sus Calabacitos Alumbradores pudieran llegar a parecerme tan cercanos y familiares, como ahora que sé que mi abuelo Pacho Acuña fue definitivo para originar una idiosincrasia tan propia y única sobre Sampués y su gente.

A través de este diálogo con el Maestro Calixto Ochoa se recrea un momento irrepetible en la historia casi perdida del pueblo sampuesano.


Frank Acuña: ¿En qué año compuso el tema Compae Menejo?
Calixto Ochoa: Ese tema lo compuse en el año 1960.

F.A. ¿Por qué escogió precisamente a Sampués como escenario de la canción?
C.O. Resulta que para esa época yo me dedicaba a ir de pueblo en pueblo, de fiesta en fiesta cantando mis canciones y tocando en parrandas y bailes, y el tema Compae Menejo inicialmente hablaba de Sincelejo, pero estando en Sampués durante sus fiestas y cantando la canción en una parranda la gente gozaba mucho con la letra, y le hacía mucha gracia la historia, y un señor allí presente, don Pacho Acuña, me sugirió y pidió que fuera Sampués y no Sincelejo el escenario de la historia del Compae Menejo. Inclusive en Tolú Viejo, también me pidieron que fuera ese pueblo el escenario de la canción, pero finalmente acepté la sugerencia de don Pacho; que por cierto, casi me cuesta la vida.

F.A. ¿Por qué casi le cuesta la vida?
C.O. Al principio, después de grabada la canción, recibí amenazas de gente de Sampués, porque a algunos sampuesanos nos les gustó el tema, tal vez porque no entendieron el significado de la canción o mal interpretaron la letra, y me cuentan que cuando pasaban los buses de otros pueblos por el centro de Sampués y gritaban “¡Menejo!”, “¡Compae Menejo!”, “¡Calabacitos!”; los sampuesanos, les tiraban piedras y les rompían los vidrios. Imagínese lo que hubieran hecho conmigo si llegaba a Sampués para esa época. Pero, si escuchan bien la canción se darán cuenta que de lo que yo hablo es del progreso de Sampués, de que llegó la luz eléctrica a ese pueblo, y que el pueblo estaba “en adelanto”.

F.A. Entonces ¿por qué no les gustó la canción a los sampuesanos?
C.O. Eso algo que ni yo mismo entiendo, porque la canción no dice nada en contra de Sampués y los sampuesanos, al contrario le reconoce cosas buenas, mal hubiera sido, si yo hubiera dicho que el Compae Menejo era sampuesano y llegó a Sincelejo o a cualquier otro pueblo y allí conoció la luz eléctrica; ahí si hubiera ofendido a los sampuesanos.

F.A. ¿De qué manera conformó la imagen del Compae Menejo?
C.O. El Compae Menejo es un personaje que yo mismo inventé y que nace de las vivencias cotidianas que he tenido a lo largo de mi vida como músico y habitante de estas tierras, es un campesino típico de la sabana.

F.A. ¿Hubo algún modelo real del cual se derivó la apariencia de este personaje?
C.O. No, como ya le dije, el Compae Menejo es un invento mío, puede ser cualquier persona, me basé en mis vivencias y en la gente campesina que conocía.

F.A. El nombre Menejo, ¿de dónde sale?
C.O. Yo nunca le pongo nombres propios a mis personajes, precisamente para no ofender a nadie, así que Menejo es un nombre también producto de mi imaginación, es un nombre que yo inventé, así como “Remanga” o “El Amigo Chan”.

F.A. ¿Qué recuerdos gratos le dejó esta composición, sabiendo que cada canción le deja más que reconocimientos materiales a los creadores clásicos como usted?
C.O. Me dio mucha popularidad, porque la canción gustó en todo el país, fue un éxito nacional, a donde quiera que íbamos con “Los Corraleros de Majagual” siempre la pedían, hasta en los Carnavales de Barranquilla de esa época ganamos el Congo de Oro con “Los Calabacitos”. Aunque, también tuve mis problemas porque algunos sampuesanos se disgustaron, pero me cuentan que en cierta ocasión llegó un señor de Bogotá, un abogado y en plena fiesta de toros reunió al pueblo y le explicó a la gente que la canción le había dado realce a Sampués y que no tenían por qué estar disgustados conmigo, ni con la canción y el mal entendido se fue arreglando.

F.A. La imagen o figura del Compae Menejo se ha convertido en un referente de la cultura popular sampuesana. Si hubiera decidido explotar más el personaje, ¿qué otra historia sobre él hubiera contado en otra canción?
C.O. Son varias las historias y canciones que se derivan de la primera composición que es Compae Menejo, a la que le siguen, “Calabazo con Bejuco”, “La Muerte de Menejo”, “Rebrundicio” y una contestación que le hice a Joaquín Bettín que se llamó “Se Cabrió Menejo” por una canción que él me hizo referente a “Los Calabacitos”.

F.A. ¿Qué lugar cree usted que debe ocupar el Compae Menejo en la vida de Sampués y los sampuesanos?
C.O. Depende de los mismos sampuesanos y del valor que le den al personaje y a la canción, porque prácticamente la canción podría convertirse en un himno del pueblo, pero vuelvo y le repito, todo depende del valor que en Sampués le den a la canción y al Compae Menejo. Personalmente pienso que todos los sampuesanos deben sentirse orgullosos por la canción y su personaje.

F.A. Si pudiera describir al Compae Menejo, ¿cómo lo haría?
C.O. Un campesino con un sombrero vueltiao ó concha e´ jobo viejo, una franela amansa loco, mochila, garabato, cubierta al cinto con su machete, pantalón arregazao con el fundillo remendao, abarcas tres "puntás", de unos 60 años, montado en un burro prieto, con las piernas cruzadas ó banquetiao, fumando tabaco y por supuesto con los calabacitos alumbradores en la mano.

F.A. ¿Es el Compae Menejo sampuesano?
C.O. No, no es sampuesano, es del monte, de la montaña.

F.A. Maestro Calixto, por último, ¿tiene usted alguna anécdota qué contar acerca del tema del Compae Menejo y los Calabacitos Alumbradores?
C.O. Hay una anécdota muy buena, que aunque no me pasó a mi me parece muy divertida; resulta que como la canción habla de una tienda donde el Compae Menejo fue a comprar el calabacito alumbrador; a una señora que tenía una tienda en la plaza de Sampués, se la tenían al rojo vivo con el cuento del calabacito; y en una ocasión llegó un chinuano en su carro, y de manera burlona le pregunta a la señora que si había calabacitos alumbradores; la señora ya al borde de la desesperación por el cuento le contestó al chinuano: “el último se lo vendí a tu madre, hijueputa… ”. Risas.


La memoria histórica de los pueblos se constituye en un fabuloso medio para lograr finalmente el arribo a un estado superior del espíritu, y por añadidura un progreso material posterior. El sentido de pertenencia que se deriva de la cultura popular y el conocimiento de las raíces, se encuentra en cuidados intensivos en Sampués, por no decir que ha muerto. Sin embargo, la intención de algunos sampuesanos dentro de los cuales me cuento, ha sido desde hace años la promoción de una cruzada por la búsqueda de identidad y brújula cultural e histórica, pretendiendo rescatar la memoria colectiva de otrora a través de distintas actividades y decisiones que despierten el sentido de pertenencia y la conciencia ciudadana.
En este caso en particular del Compae Menejo y su “macondiana” existencia, se pretende resucitar esa idiosincrasia que en otro tiempo identificaba a Sampués de un modo tan sublime, que el hecho de “ser sampuesano” se convertía plenamente en una cualidad insoslayable.


Entrevista realizada el 8 de julio de 2005, con la colaboración de Carlos “El Mono” Palmett QEPD y Joaquín Libardo Márquez.

domingo, 24 de mayo de 2020

DANZA DE LOS DIABLITOS



La Danza de los Diablitos, una de las manifestación culturales más importantes de Sampués en su historia, resulta más que evidente que tenga un sitial especial dentro del Museo y el respectivo Guión Museográfco, pues además de su importancia sociocultural desde hace más de 100 años, aún se mantiene vigente en el imaginario colectivo como referente de una época y de un notable momento histórico en el devenir de los sampuesanos de la región Sabanera y Caribe en general como una relevante muestra de mestizaje y sincretismo religioso. Prueba de ello son las tempranas referencias y anotaciones que desde la primera década del siglo XX encontramos en un informe del Alcalde de entonces José De La Cruz Vergara Jiménez sobre la presencia de la danza en la Procesión de San Agatón, cuando hace una contundente aclaración con respecto a un impreciso informe de un Visitador de Gobierno. A continuación un fragmento del informe y la posterior respuesta a dicho informe:



DIARIO DE BOLÍVAR N. 2679, 12 FEBRERO DE 1907


Fragmento del Informe del Visitador Fiscal Especial de las Provincias del Sinú y Sincelejo.
República de Colombia - Departamento de Bolívar. - Cartagena, Enero 12 de 1907.

“Los demás Distritos que no pude visitar por lo comunicado en el telegrama arriba mencionado, según informes recogidos, necesitan especial atención: Sampués, San Andrés y Palmito tienen un reducido número de personas y familias ilustradas y respetables… Su industria son también del tabaco y ganaderías y las de tejidos de sombreros y géneros burdos de hilo y algodón; Sampués que se enriquece rápidamente aún presencia procesiones como la reciente de San Agatón en la que sale una multitud de disfrazados de caballitos y risibles diablos…



DIARIO DE BOLÍVAR N. 2703, 9 ABRIL DE 1907

INFORME DEL ALCALDE DEL DISTRITO DE SAMPUÉS
República de Colombia - Departamento de Bolívar. - Número. - Alcaldía del Distrito. - Sampués, Marzo 20 de 1907.

Al señor Secretario de Gobierno. - Cartagena.

Respecto al cargo que se nos hace de presenciar en la procesión de San Agatón disfraces de caballitos y diablitos que acusan un estado de atraso, la parte sensata de esta población siempre ha condenado esa práctica rutinaria de los indígenas existentes, como una profanación que no se compagina con la civilización; pero si esto es cierto, también lo es que otros lugares son testigo de prácticas propias del tiempo de la conquista y que ellas no deben de servir para apreciarlos desfavorablemente; tanto más cuanto que en mi concepto corresponde a la autoridad eclesiástica extinguirla.

Concluyo esta nota suplicándole al señor Secretario de Gobierno su publicación en el Registro de Bolívar como reparación á las inexactitudes que contiene el referido informe.

De Usted atento S.S.
José de la C. Vergara.



Lo anterior denota la connotación social que tenía esta danza y la manera cómo empezó a ser percibida e interpretada por forasteros y lugareños, generando así una dinámica cultural e histórica bastante especial. Si le sumamos a esto la estrecha relación que tuvo con el culto a San Agatón, se convierte en una manifestación cultural de importante protagonismo en el devenir sampuesano.

Ha sido tanto el impacto y trascendencia de esta danza, que reconocidos historiadores le dedican su atención y análisis; así como sampuesanos entusiastas y estudiosos de la historia los incluyen en sus escritos tal como hiciera el profesor e historiador sincelejano Anibal Paternina Padilla sobre la Danza de los Diablitos:

EL DÍA MIL DE LA GUERRA DE LOS MIL DÍAS
Primera parte

Por Frank Acuña Castellar.



La escena debió ser sobrecogedora y sin duda un tanto sublime: Soldados vestidos con ropas raídas y el semblante devastado por los fragores de la guerra, entregan sus armas, reciben auxilios de marcha y un salvoconducto que los libera de ser combatientes de la ‘Guerra de los mil días’


Cuando se habla de la Guerra de los Mil Días, los colombianos traemos a la memoria de manera inmediata puntuales referencias como las Batallas de Peralonso y Palonegro, el Tratado de Neerlandia y Wisconsin y la separación de Panamá; episodios éstos, que aunque se relacionan invariablemente a este periodo de la historia, son simples y etéreos flashbacks producto de lo poco que se profundiza en las Instituciones Educativas cuando se enseña historia de Colombia; o, lo que el imaginario colectivo transmitido generacionalmente y a veces descontextualizado nos muestra. Sin embargo, fueron muchos los hechos relevantes en esta guerra que se mantienen inéditos; y a los que se les ha dado poca trascendencia histórica.

Las antiguas sabanas del Bolívar Grande y muchas de sus polvorientas, pero emergentes poblaciones de finales del Siglo XIX y principios del XX, se constituyeron en escenarios claves para el desarrollo de numerosos sucesos que definieron en gran medida el curso de esta guerra, -el apoyo decidido de fervientes liberales a Uribe Uribe y la obstinada postura de algunos conservadores seducidos por el establecimiento y su aparente halo de razón-; se convirtieron en determinantes hechos para definir y mantener una frágil coyuntura política que combinada con mezquinos y oscuros intereses de la clase dirigente, desembocó en una absurda confrontación militar.

Muchas poblaciones sabaneras se convirtieron en sitios de importancia táctica durante la guerra, pues su estratégica ubicación les permitía a los liberales atrincherarse y establecer centros de operaciones temporales. En jurisdicción de los otrora distritos de, Tolú, Sincelejo, Tolú Viejo, Sampués, Corozal, San Pedro, Sincé, Colosó y Los Palmitos, por ejemplo; se dieron importantes enfrentamientos; y gran parte del paisaje cultural de estas poblaciones (templos parroquiales, casas consistoriales, puentes y escuelas) se vio seriamente afectado por los combates y riñas guerrilleras. Incluso, el general Rafael Uribe Uribe y su acérrimo enemigo el general Pedro Nel Ospina se vieron envueltos en una épica persecución que desde Corozal hasta Lorica generó un interesante punto de inflexión en la historia de cada una de las poblaciones sabaneras que encontraron a su paso. Es más, durante los tres años de guerra, Uribe Uribe y sus perseguidores regresaron en más de una ocasión a estas poblaciones a redefinir, desde sus perspectivas, el curso de la guerra y la inclinación de sus habitantes hacia sus respectivos bandos.

La historia ha definido con claridad cuáles fueron las circunstancias por las cuales se inició la guerra y dónde se dieron los primeros levantamientos armados y escaramuzas bipartidistas, pero, la realidad de su final y los singulares acontecimientos que acompañaron sus postrimerías, aún continúan como especulaciones y mitos urbanos de poca credibilidad y persistente romanticismo provinciano.

El principio del fin de la Guerra de los Mil Días empieza cuando los insurrectos liberales en cabeza del general Uribe Uribe después de tres largos y desgastantes años de lucha, sin haber logrado su propósito de restablecer la democracia y devolverle la credibilidad al Estado; pero persuadidos por una propuesta del gobierno conservador de una mayor participación en la política nacional, deciden pactar la paz en la Hacienda Nerlandia a las afueras de la población de Ciénaga –Magdalena el 24 de octubre de 1902. Sin embargo, este episodio que es el que tradicionalmente se asocia con el fin de la guerra, estaría lejos de serlo realmente y en su absoluta dimensión; pues sólo hasta 28 días después se perfecciona y formaliza este Tratado en otra población del caribe colombiano, EN EL OTRORA DISTRITO DE SAMPUÉS, con la última entrega de armas, salvoconductos y auxilios de marcha a los revolucionarios, en presencia del propio Rafael Uribe Uribe, muchos de sus generales y altos dignatarios del gobierno de Marroquín como el general Florentino Manjarrés quien era el representante de Juan B. Tovar -Gobernador y Jefe militar del Departamento de Bolívar.

Este interesante y desconocido hecho es en realidad el que pone fin a la Guerra de los Mil Días, pero no está registrado como tal en los libros de historia de Colombia, sino que permanece inédito para la gran mayoría de los colombianos e incluso para muchos historiadores y estudiosos de este singular periodo de la historia republicana del país….